Blog de Mariangel Coghlan

Día internacional de la mujer

Hace un año escribí sobre lo que significaba para mí ser mujer. Nuevamente leo mis reflexiones y coincido en que para mí ha sido una bendición y un orgullo haber nacido mujer. Reconozco las diferencias claras y evidentes que existen entre los géneros y agradezco la posibilidad que estos nos brindan para complementarnos y enriquecer el mundo en el que vivimos.

Sé que las mujeres aportamos y contribuimos de manera incuestionable a la evolución y al desarrollo del mundo. Sé que nuestro trabajo es indispensable para el bienestar de todos. Imaginar un mundo sin mujeres hasta me parece ridículo.

Mi lucha coincide con la declaración de la Directora Ejecutiva de la ONU, Phumzile Mlambo-Ngcuka, sobre el día Internacional de la Mujer 2021: 

Ningún país prospera sin la implicación de las mujeres. Necesitamos que su representación refleje a todas las mujeres y niñas, en toda su diversidad y con todas sus capacidades, así como en todas las situaciones culturales, sociales, económicas y políticas. Es la única forma de conseguir un auténtico cambio social que incorpore a las mujeres como iguales en la toma de decisiones y nos beneficie a todas y todos.

Como ciudadana, como profesionista, como esposa y como madre de cuatro hijos, me preocupan las injusticias y la desigualdad. Considero de vital importancia educar bien a mis hijos, hablando y apoyando a mis hijas a seguir sus sueños y a lograr lo que se propongan y, imprescindible, también educar en estos temas a mis hijos.  Entiendo la gran responsabilidad que tenemos como padres para formar en el amor y el respeto entre unos y otros. Considero que lo principal para que haya respeto es transmitirles valores fundamentales: el de la libertad de tránsito y la libertad de “ser”. 

Para lograr la igualdad que buscamos es necesario empezar por asegurar los derechos humanos básicos de toda persona, muy particularmente para las mujeres y los niños, desde la concepción hasta el fin natural de la vida.

Creo que la sociedad debe reconocer el valor inherente y la dignidad de cada mujer y cada niña, me opongo a todas las formas de violencia, entre ellas, el aborto, el infanticidio, el maltrato de niños, la violencia domestica, la pena de muerte, la eutanasia, puesto que son inconsistentes con los principios de justicia, el rechazo a la violencia y a la discriminación.

Creo en la importancia de fomentar las destrezas para la toma de decisiones que influyen en la vida propia de las mujeres y niñas, y lucho por difundir la percepción del valor que éstas tienen en la sociedad. Creo en la expresión y la abogacía pacífica y no violenta a favor de los principios universalmente verdaderos.

En mi trabajo profesional, una de las cuestiones más importantes y de atención fundamental para mí y para nuestro equipo creativo es el bienestar, el respeto y la seguridad de todas y de todos.  

Soy una optimista y no dejo de soñar que un día mi madre, mis hijas, mis hermanas, mis amigas y todas las mujeres, podamos caminar por la calle con tranquilidad y sin la preocupación de ser agredidas, y que estemos todas convencidas de que lo más importante es el respeto entre unos y otros, respetando inclusive a las niñas y niños aún no nacidos. 

Estoy segura que ese mundo que soñamos, por el que luchamos todos los días para compartir con los seres que amamos, que deseamos dejar a las futuras generaciones, con el apoyo de todos los hombres que nos quieren y respetan, sumado al de toda la sociedad civil, será posible.

Hace un año escribí sobre lo que significaba para mí ser mujer. Nuevamente leo mis reflexiones y coincido en que para mí ha sido una bendición y un orgullo haber nacido mujer. Reconozco las diferencias claras y evidentes que existen entre los géneros y agradezco la posibilidad que estos nos brindan para complementarnos y enriquecer el mundo en el que vivimos.

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