Blog de Mariangel Coghlan
25-años-de-casados

Este 27 de junio mi esposo Gabriel y yo celebramos nuestros primeros 25 años de matrimonio.

Aún no puedo creer que ha pasado tanto tiempo. Recuerdo perfectamente mis sentimientos a una semana de la fecha, estaba muy emocionada y un poco nerviosa, pensando en todo lo que implicaba organizar la boda, la ceremonia, la fiesta, el vestido, la luna de miel . . .

Pero, lo que más nerviosa me ponía era el salto al vacío que sentía que estaba a punto de dar y, efectivamente, eso es lo que hice al casarme con él. Me aventé, me solté y confié en que, si quería y luchaba, iniciaríamos una aventura que podría llegar a ser de “cuento de hadas” si así lo queríamos, y que dependía de nosotros dos y de Dios.

He de confesar que mis expectativas han sido sobrepasadas por mucho. Sabía que el matrimonio puede ser complejo, pero no tenía idea la dicha que proporciona la entrega incondicional y la alegría de ser padres y formar una familia. La satisfacción que se obtiene al hacer todo lo que esté en mis manos para hacerlo feliz, y a nuestros hijos, es mágica.

Me considero muy bendecida por lo que hemos construido juntos, nos hemos enfocado en sacar la mejor versión de cada uno y hemos trabajado por incrementar el amor entre nosotros.

Al casarme soñé que al cumplir  25 años iríamos a renovar nuestros votos a Caná de Galilea; este año pudimos cumplir este sueño. Lo más emocionante fue ratificar el “sí quiero” y continuar luchando por hacerle feliz. El camino no ha sido fácil, no han faltado las complicaciones y las penas; sin embargo, hemos luchado por salir adelante y aprender de nuestros errores.

Cuando planeamos el viaje a Tierra Santa, decidí que le haría una canción de nuestra historia de amor, me pareció una idea muy cursi pero muy romántica. Me di a la tarea de hacerla, pero no me imaginaba lo difícil que sería resumir nuestras historia en cuatro minutos, de hecho no sabía ni cómo, ni por dónde empezar. Confieso que acudí a varias personas expertas, con mucho más conocimiento que el mío, que me fueron ayudando y acompañando en el proceso, pero aún así no me convencía.

Un día, hace no tanto, en un lugar de ensueño, a la luz de las velas y con unas copas de prosecco, empecé a cuestionar al Ruperto (mi esposo). Le pregunté lo que para él era lo más trascendente en nuestra relación, también lo cuestioné de lo que él creía que era el éxito de nuestro matrimonio. Aproveche el momento, tome nota y fue así que pudo cobrar sentido lo que escribía. Evidentemente, él no sabía que estaba intentando ponerle letra a una canción.

Preparé un video. Para hacerlo me puse a ver, literalmente, miles y miles de fotos y pude repensar nuestra historia, y conforme fui recordando momentos y sucesos me hice más consciente de todas las bendiciones que hemos recibido.

Desde que estaba preparando esta sorpresa me imaginé la forma para dársela y pensé cómo y dónde sería lo mejor. Decidimos ir a Acapulco para celebrar esta fecha en familia con nuestros hijos y unos queridos amigos, que son nuestros compadres, y con sus hijos. Recordé que el lugar al que íbamos tiene una sala de cine y pensé que ese era el mejor sitio. 

Para coordinar todo necesitaba ayuda cercana y se lo pedí a mi hija Isabela, a quien le conté con anticipación del proyecto, le puse la canción que ya tenía grabada y me conmovió que le salieron unas lagrimitas al escucharla. Me dijo que le gustaba mucho y que seguramente papá se emocionaría al oírla. En ese momento pensé que sería mucho más emotivo si la parte de la canción que cantaba una mujer lo hacía ella, le pedí que la estudiara y organizamos una cita en un estudio para grabarla.

Ella, además de estudiar la canción y luego grabarla, me ayudó a preparar la sorpresa. En Acapulco se encargó de apartar la sala, llevar a mis otros tres hijos, nuestros amigos y sus cuatro hijos para que, cuando yo llegara con el Ruperto, todos estuvieran ahí. 

Fue toda una proeza guardar el secreto y hacer la grabación, rehacer la orquestación y mezclar las voces, sin que el Rupert supiera nada. Creo que lo que más me costó fue no compartir el proceso. Suelo contarle todo a él, y esto es algo que me emocionaba, pero sabía que poderlo hacer sin que supiera y darle la sorpresa sería algo que recordaremos siempre.

Finalmente, como me dijeron a una semana de mi boda, no hay tiempo que no llegue y plazo que no se cumpla: llegó el día. Yo estaba súper nerviosa desde días antes, esta vez eran nervios distintos, era más como una emoción contenida. Tenía la certeza de que se sorprendería y que se emocionaría con el regalo. Esto es lo que más me ilusionaba. 

Fue un día de ensueño, nos levantamos muy temprano para ir a la playa con los niños, caminamos de la mano a la orilla del mar y escuchamos el sonido de las olas romper en la arena, algo que siempre nos ha gustado hacer. Me sentía nerviosisima, él me dijo que tenía una junta y yo le pedí que en cuanto acabara tenía que acompañarme a ver algo; me inquietó un poco que no me preguntará nada más. Eso me hizo ponerme aún más nerviosa. En realidad después me di cuenta que él tenía la cabeza en la junta que tenía programada. Mientras él se conectaba, me dió tiempo de arreglarme un poco y acabar de movilizar a todos para que se adelantaran a la sala de cine. Cuando él se desconectó de la junta, no me preguntó por los demás, sólo me dijo que ya estaba la mesa puesta y el desayuno listo, que si no íbamos después de desayunar, pero a mi me urgía que ya viera el video y escuchara la canción.

Llegamos a la sala y él no entendía qué estaba pasando: todos estaban ya muy sentados, mi hija apagó la luz y empezó el video. A mí se me aceleró el corazón y al ver su cara de emoción, yo pensaba lo afortunada que he sido de recorrer este camino a su lado. Él lloró, yo lloré… todos lloramos. 

Sin duda, la decisión más importante que he tomado en la vida ha sido casarme con él. Comprometernos hasta la eternidad para amarnos y respetarnos ha sido una aventura maravillosa de la que me siento súper orgullosa y profundamente agradecida.

Somos muy afortunados de tenernos, de querernos y de confiar ciegamente el uno en el otro. Sin duda, la vida a su lado se me ha pintado de miles de colores intensos y fascinantes. 

Tengo la esperanza de que pasaremos otros 25 años más así de enamorados. Les dejo el video con la canción que preparé para esta celebración, ¡espero lo disfruten!

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